martes, agosto 23

Noisey boy preety bardo




Nunca escribí nada sobre él,  voy a hacerlo antes de que sea demasiado tarde.
No es esa extraña tendencia que tiene uno en general de encariñarse con los amantes después de tanto tiempo… con este paso casi al revés, me encariñe antes, eramos una linda dupla de amigos.
Lo cierto es que lo quiero mucho -como quiero al resto de nuestros amigos- aunque la identificación que tengo con él lo vuelva mas especial que el resto.
En algún momento nos dejamos pero en algún otro momento volvimos, no se bien ni como ni cuando porque entre nosotros las cosas suelen ser asi: o fluyen o no, pero ninguno se detiene en el timepo.
Esa es una de las cosas que mas me gusta de nuestra vaivénica relación: la autenticidad.
Nada de vueltas ni engaños, no nos hacen falta… nuestro vínculo es claro y sincero al menos entre nosotros –aunque nos hayan quedado algunas cosas en el tintero, como siempre pasa en estos casos… hay lugares en los que preferimos no meternos.
Me gusta así como es – a preety boy preety bardo- y nunca esperé nada de él, por eso creo que me conmueven  sus formas de demostrarme cariño: siento sus pequeños detalles como regalos especiales, porque lo conozco y sé que lo son. Detrás de ese noisey pibito al que no le importa nada hay un nene tierno al que hay que sacar de la mano porque se muere de miedo de salir solito.
Tengo con él uno de los vínculos mas sanos y sinceros de los que se pueden tener con las personas –creo- y espero que siga siendo asi… mutante, como nosotros, como el tiempo, como lo que pasa en el mundo, para que podamos seguir estando de alguna forma el uno para el otro cuando sea necesario.
Lejos de ser una declaración de amor romántica, -porque el amor no siempre tiene que ver con Platón- esto es una declaración de amor sano, pura… porque lo quiero mucho y nunca se lo dije, aunque sé que él lo sabe.

domingo, agosto 21

martes, agosto 2

La enamorada del muro

Tomo mucho té, esta es la tercer taza de la mañana. Leo, escribo, leo, escribo, miro, pienso, vuelvo a mirar, vuelvo a pensar, sigo mirando, veo, veo, veo, veo.
Pienso en filmar, muchas cosas, leo “La luz en el Cine” y quiero iluminarlo todo. También quiero cosas simples, como sentarte al borde de una autopista y filmarte inmóvil mientras los autos pasan.
Anoche soñé que estabas dentro de una bañera llena de agua con velas alrededor –asi, como en Los Soñadores-, yo paseaba desnuda frente al espejo leyendonos Baudelaire, vos reías mientras yo lloraba por El Veneno, me metia en la bañera, me abrazabas y dormíamos mientras la superficie se cubría lentamente de La enamorada del muro.
Anoche también, pero mucho antes de todo esto, volví a ver Elegy, tal vez vos eras Ben Kingsley y yo Consuela Castillo, pero ni soy tan clara, ni irradio tanta belleza ni vos tenés los pies tan sobre esta tierra.
Y por ahora sos sólo una excusa, para escribir esto, para pensar en algo como un objeto divino al cual desear, para poder inventarme las historias y para poder soñar  cosas lindas como la de Las Flores del Mal.
Sigo pensando, sigo escribiendo, sigo leyendo, sigo pensando en filmar. Sigo viendo, viendo, viendo, espiando por la cerradura invisible por la que te veo entrar y salir cada noche y volver con el cuello lleno de rouge y me encanta. Te veo servirte un Bourbon y abrir una cajita musical de la que emana El Bolero de Ravel, y sacar una bailarinita rosa, que soy yo, y ponerla sobre el espejito para que gire y gire mientras me ves nadar dentro de una bañera cubierta por enredaderas leyendote poesía.
Debajo de mi vestido ardía un bosque de madreselvas
Los tres primeros botones se desabrocharon solos. Sobre la espalda una linea recta me atravesaba del sacro al axis. En la nuca un soplo helado paralizó el tiempo.
Tenía zapatitos negros de taco con la punta redondeada, la linea también se extendía de  talones a isquiones en ambas piernas.  Los muslos firmes recordaban a la bailarina que alguna vez quise ser. El ombligo se hundió hasta llegar a la columna descargando en ella millones de átomos provenientes del corazón que bombeaba a 48.000 Khz por segundo. Las rodillas se pusieron vizcosas, resbaladizas.
Estaba sola, mirando por la cerradura invisible, y un viento me volaba el pelo para atrás.
Parecía que estaba volando…
Estaba volando, pero sin paraguas.
La bañera estalló en mil pedazos y quedé cubierta de todo un río.
Desnuda, porque el vestido se había predido fuego unos segundos atrás, pero los zapatitos negros me mantenían de pie sobre el bosque de la medianoche.

lunes, agosto 1

Fuga en lila

Había que escribir sin para qué, sin para quién.
El cuerpo se acuerda de un amor como encender la lámpara.
El silencio es tentación y promesa.



Madreselva



Debajo de mi vestido ardía un campo con flores alegres como los niños de la medianoche.

El soplo de la luz en mis huesos cuando escribo la palabra tierra.
Palabra o presencia seguida por animales perfumados; triste como sí misma, como el suicidio; y que me sobrevuela como una dinastía de soles.